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Calaveritas-2017

Raúl Eduardo González

Este fin de semana largo amplió un festejo de día de muertos que cada vez parece prolongarse más en nuestro país, con desfiles en la capital del país y en Morelia, con altares y ofrendas de todo tipo en las calles, plazas, cementerios, hogares, y aun en las redes sociales. Han andado por aquí las calaveras, su presencia se ha vuelto tan familiar que parece difícil aquilatar las diferentes formas en que estas imágenes llegan a nosotros en la actualidad, pues han formado parte de nuestro entorno, gracias a la herencia prehispánica, al legado barroco y al espíritu festivo y lúdico que caracteriza nuestra cultura, y hoy parecen estar de moda.

Como lo señalo en la presentación del volumen Calaveritas, el juego macabro y jocoso se recrea en esta edición realizada por AlterNativa Gráfica y en la exposición presentada en la galería Tinta Bazar, donde podemos observar en sus tres dimensiones las efigies de barro que se reproducen en el libro. Realizadas originalmente a manera de alcancías por don Reynaldo Pérez, de Capula, han sido trabajadas por cerca de un centenar de artistas plásticos michoacanos, que nos presentan muy diversas reinterpretaciones, en una apuesta estética que sin duda busca trascender la superficialidad con que las calaveras aparecen hoy en día en el entorno festivo y mercantil, para recordarnos —en un ánimo muy propio de la calavera misma, como entidad abstracta— que bajo la superficie de las cosas hay una expresión profunda por descubrir.

Las calaveritas han sido fotografiadas por Iván Vázquez y Diana Maldonado, y aparecen a todo color en el libro, acompañadas con los magníficos haikús de Sergio Monreal; el inconfundible diseño lleva el ojo y el buen gusto de Celeste Jaime. Como ya lo ha señalado Juan Carlos Jiménez Abarca, en esta experiencia “cada artista decide libremente qué ofrendar, a quién o a qué dedicar su calavera”, para así reinterpretar a su modo los juegos que rondan la noche de muertos en nuestro país, de una manera original y diversa. Personalmente, he colaborado con un poema que abre el volumen, seguido de una presentación en prosa. Agradezco mucho, pues, a los editores por permitirme participar en un libro tan hermoso y singular.

La exposición Calaveritas se realiza este año en su tercera emisión, y resulta muy interesante descubrir en las esculturas y en las páginas que las reproducen la gran variedad de reelaboraciones que los artistas michoacanos logran hacer a partir de la figura primigenia, sea por medio de la escritura, el diseño y la pintura aplicados en la superficie; sea con la adición de otros elementos escultóricos, con la fragmentación o reelaboración de la figura misma, o con la combinación de varios de estos recursos.

En los años recientes, los mexicanos nos hemos reencontrado con la muerte, más allá del sentido ritual de las fiestas de día de muertos, en una dimensión trágica que por desgracia ya han tenido otros tiempos de nuestra historia. El título del libro revela un sentido, un juego de palabras que se hace evidente en la disposición tipográfica en dos líneas: “Cala-veritas”, y así la calavera, por mucho que le demos la gracia del diminutivo, es una verdad que cala, y que expresa una verdad honda como su condición inherente. Como lo ha dicho Eduardo Montes, sin embargo, en el festejo de muertos no sólo recordamos la omnipresencia de la muerte, sino que celebramos asimismo la vida, la vida de la muerte, la muerte de la vida, la vida de la vida y la muerte de la muerte, evocando el sugerente juego que Miguel de Unamuno planteara en su novela Amor y pedagogía.

Así, esta exposición y este volumen nos presentan formas conciliadoras de mirar las viejas calaveritas y las sempiternas calaveras, algo que remite a la pluma de José Emilio Pacheco y a la voz que en su “Prosa” le otorgara a la calavera: “Toda belleza y toda inteligencia descansan en mí, y me repudias. Me ves como señal del miedo a los muertos que se resisten a estar muertos, o a la muerte llana y simple: tu muerte. Porque sólo puedo salir a flote con tu naufragio. Sólo cuando has tocado fondo aparezco”, y aquí la calavera aparece en singulares visiones, de una tradición añeja, y de una realidad inmediata que esperamos que pronto pueda transformarse, para bien.

Nuevamente, celebro esta iniciativa, que es una entre las muchas que se están realizando en el medio cultural michoacano para vencer con sensibilidad e inteligencia la inercia de una realidad volcada mayormente hacia lo inmediato y lo coyuntural. Celebro el apoyo que el Fondo Estatal para la Cultura y las Artes otorgó para la edición, y felicito el esfuerzo de los artistas que se sumaron a la convocatoria, así como el compromiso y la dedicación de Celeste Jaime y AlterNativa Gráfica. Personalmente, espero que haya muchos proyectos más como este, y que el ánimo creativo y de trabajo colectivo que le dieron origen siga sobreponiéndose al desánimo y el olvido que campean hoy en día, al tiempo que invito a todos a admirar la exposición y el libro Calaveritas.