Darle voz: los libros cartoneros

Merari Fierro

En medio del bullicio incansable de la FIL de Guadalajara, me encontré con la sonrisa franca y directa de Paloma Celis, quien es ya un referente de investigación de las ediciones cartoneras de nuestro continente.

Su labor es encontrar materiales que puedan interesarles en un futuro a los usuarios de la Biblioteca de Estudios Iberoamericanos de la Universidad de Wisconsin; ella busca siempre materiales con propuestas nuevas, que “rompan con los modelos establecidos”.

En 2004 fue a dar con Eloísa Cartonera en Argentina y vio el potencial de una propuesta en la que se jugaba con un catálogo de autores conocidos y desconocidos; además de presentar una organización horizontal donde el autor interviene en el proceso manual: “Sobre todo en el marco de la constante globalización, de las grandes empresas que son ahora monopolios que se comieron a varias de las independientes o a varias de las más pequeñas, se crean estos monopolios donde lo importante para publicar literatura o libros es que se vendan, que ganen dinero; entonces la generación de ganancia, destruye la cultura. Está bien que hay que vivir de eso, pero no al grado de no darle voz a aquello que no va a vender; éste era el contexto que a mí me emocionó y le vi el potencial de interés, claro que lo que yo nunca me imaginé es que fuera a crecer como creció”.

Su intención inicial fue abrir la colección Eloísa Cartonera con un acervo de 100 títulos (por duplicado para demostrar la variación en las tapas). Decidieron ponerla en la sección de libros especiales, donde están los libros antiguos, raros y únicos; ésta cuenta con bóvedas de humedad controlada buscando detener lo más posible el proceso de deterioro del cartón con el que están hechos los libros. De esta forma también se evitó el tener que ponerles las etiquetas de clasificación. “Yo entendía muy bien que iba contra la naturaleza, digamos el origen, pues el objetivo inicial de los libros cartoneros son para circular en la calle, que la gente los lea, que todo mundo los pueda ver cuando sea. Pero fue la manera, desde el punto de vista bibliotecológico, de preservar y de asegurar el acceso a perpetuidad de esos libros, porque se deterioran”. La inquietud de sacar de su enclaustramiento a los libros recabados llevó a Paloma a iniciar una base de datos de editoriales cartoneras, en la que se pueden encontrar las tapas e información de las técnicas de encuadernado y pintura; además de enlazarlos al catálogo bibliográfico. En la base de datos también se incluyen entrevistas indexadas.*

En 2008 organizó junto con una colega un Encuentro de editoriales cartoneras, creyendo que podrían financiar a las nueve editoriales cartoneras que conocían hasta entonces. A raíz de ese encuentro salió el libro Academia Cartonera, que es el único libro de referencia que cubre a la mayor cantidad de editoriales cartoneras, más allá de la infinidad de tesis que ahora se enfocan en un país o un par de cartoneras solamente.

Actualmente, en la biblioteca cuenta con más de 1300 volúmenes. Todo el esfuerzo de catalogación inicial ha valido el esfuerzo, pues actualmente es la colección más grande que se conoce, siendo así, un referente de investigación. La visitan investigadores de Estados Unidos y de Europa en busca de la producción de cartoneras en específico, o las cartoneras de cierto país. A diferencia de lo que ocurre con las ediciones tradicionales, rara vez investigan a un autor en particular. También hay quien busca traducciones, al español, al portugués, al italiano, al alemán y al francés y viceversa.

El formato se está usando como una herramienta pedagógica en todo tipo de ambientes; por ejemplo, en algunas comunidades en África se aplica para compartir la importancia de la lactancia. “Me encanta la variedad, no hay prescripciones, es un modelo muy libre, flexible, cada quien hace y adapta a las necesidades de quienes deciden iniciar una cartonera. Además, es una herramienta pedagógica muy buena. Se presta a que el formato pueda fomentar la escritura y la lectura, es un medio de difusión de ideas como cualquier libro, pero por la facilidad de la creación de un libro cartonero permite mucha variedad.”

El crecimiento de las editoriales cartoneras sigue en aumento, al menos han surgido alrededor de 500 en todo el mundo, incluyendo Europa, África y Asia: “Han demostrado que tienen fuerza, que esta flexibilidad, que esta propuesta democrática, evitando al máximo las jerarquías, es muy beneficiosa, muy saludable y que muchos de nosotros tenemos esa necesidad, esa sed, tanto de estructuras más horizontales, como de la creatividad tanto manual, como intelectual; por eso creo que no van a desaparecer tan fácilmente […] creo que es un formato, un modelo, bastante sólido en ese sentido”. Apasionada de las editoriales cartoneras está muy consciente de cómo muchas nuevas y no tan nuevas, han ido evolucionando: “Es muy interesante seguir las generaciones también. Cómo los integrantes van creciendo, tanto en años como en la profesión, o en aprender el oficio de editor, van cambiando. Eso me fascina.” Y junto con las mismas editoriales, la propia colección ha ido madurando también.

En sus planes para el futuro se encuentra continuar la documentación, además de aumentar y desarrollar la colección y la base de datos: “Mi sueño es que se la base de datos de editoriales cartoneras, pueda reflejar el acervo en bibliotecas alrededor del mundo de libros cartoneros, […] crear un catálogo sindicado para que un investigador que quiera ver cuál es el acervo a nivel mundial de libros cartoneros, sepa dónde está ese libro”.

Platicar con Paloma me dejó la esperanza de que la labor de ediciones alternativas también tienen su espacio en mundos tan tradicionales como la FIL, donde este tipo de encuentros también es posible.

*Aquí el link

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