por Witral · 19 enero, 2018
EL LABERINTO
Como autómatas recorremos el laberinto:
laberinto de sueños,
laberinto de bruma.
Sin darnos cuenta hemos llegado:
penetrar es una tentación.
Ya no podemos salir:
¿hacia dónde los pasos?
¿por dónde la luz se cuela?
Con sus hijos oscuros o luminosos
en algún lugar moraban el hombre y la mujer.
Algunos de manos caminan
y la exuberante cabellera cae empapada de ansiedad.
Las aves se resignan a dar las mismas vueltas,
ahora parecen felices con sus plumas tornasoles,
sus picos buscan semillas de sorgo y de amaranto.
Creemos ser libres
porque nos movemos por todo el laberinto.
Él monta a caballo,
acrobacias insignificantes sobre el lomo,
el caballo lo llevará a otra prisión, a la libertad quizá.
Yo ya construí mi cárcel y no quiero salir…
Vamos al interior del laberinto,
llega la locura y nos libera.
Daremos vueltas,
vueltas hasta llegar al centro.
Daremos vueltas y vueltas
hasta diluir la conciencia
esperamos que un superhéroe nos redima.
Etiquetas: María Elena Solórzano