Vueltas al sol

para Edalid y Ariadna Manzanárez
Cuarenta y cinco vueltas al sol:
Algunos miedos: Flamas en vela,
se evaporaron en nubes
de efímera parafina,
otros en cambio, gélidas aguas,
solidificaron en terrores
que me transitan el pecho,
enmascarados de humo,
simulando indiferencia.
Inflamación estomacal,
blandura en los músculos,
fragilidad de osamenta.
Un fúnebre y destemplado blues
marca el ritmo de mis pasos;
una legión de pretextos
se ahoga en mi garganta,
cual cerdos despeñados al mar.
Enésima emancipación.
¿Podré enterrar mis excusas
en la espalda de mi padre
o seguirán en la mía?
¿El dolor del cuello, del torso
y de la rodilla siniestra
dónde lo depositaré?
Cuarenta y cinco vueltas al sol:
Vida no estamos en paz;
cuando he plantado rosales,
fertilizante coseché.
Amé, fui amado, desamado,
desechado, desensamblado
y ensamblado de nuevo,
pero no en forma óptima:
Las articulaciones rígidas,
los pies mal moldeados están,
faltaron algunos dientes,
quedaron muelas socavadas;
con todo, aún crecen flores
en mi enredado cabello,
mas las devoran los demonios
en mi lomo aposentados.
Atravesé el mediodía,
inició la tarde ya
no sé cuánto tiempo queda
para arribar a la noche,
tengo todavía luz
para cosechar algo más
que las plastas de excremento.
Al centro de mis nervaduras
aún hay plantas que germinan
Cuarenta y cinco vueltas al sol:
¡Este espacio me sofoca!
¡Saldré otra vez de esta prisión!
¡Quebraré mis raíces de nuevo!
No me duele a mí, sino a ellas
que quieren siempre limitarme,
jalarme al reino subterráneo,
hacerse caparazón,
envolverme, ahogarme
y, en lugar de nutrirme,
nutrirse devorándome a mí.
Echaré raíces nuevas
que se eleven con los vientos,
subiré hasta la luna
para agasajar sus descansos,
prodigándole el fruto maduro,
enterraré en ella mis huesos,
pero no le daré semillas,
esas ya las entregué:
En Marte fueron sembradas,
ahí crecen aún mis manzanos.
Nadie entiende mis viajes cósmicos,
pero eso no importa;
estoy aquí para ser sentido:
Oído, ojos, boca, nariz, piel.
No es hora de la partida
sino de unir los pedazos,
remendarlos a mi tronco
y seguir haciendo vereda.
No los dejo, continúo
y aquí o allá nos hallaremos,
dándole vueltas al sol.
Ray Manzanárez–Versión2014
Desde LA HOJA D RAYM #6 y el libro Día Cero.
Si quieres leer más poesía de Ray Manzanárez, conocer algo de su obra visual o escuchar cápsulas radiofónicas sobre poetas consagrados visita: https://manzahnosediciones.blogspot.com/