Vueltas al sol

© Raymundo Manzanarez

Raymundo Manzanares

para Edalid y Ariadna Manzanárez

Cuarenta y cinco vueltas al sol:

Algunos miedos: Flamas en vela,

se evaporaron en nubes

de efímera parafina,

otros en cambio, gélidas aguas,

solidificaron en terrores

que me transitan el pecho,

enmascarados de humo,

simulando indiferencia.

Inflamación estomacal,

blandura en los músculos,

fragilidad de osamenta.

Un fúnebre y destemplado blues

marca el ritmo de mis pasos;

una legión de pretextos

se ahoga en mi garganta,

cual cerdos despeñados al mar.

Enésima emancipación.

¿Podré enterrar mis excusas

en la espalda de mi padre

o seguirán en la mía?

¿El dolor del cuello, del torso

y de la rodilla siniestra

dónde lo depositaré?

Cuarenta y cinco vueltas al sol:

Vida no estamos en paz;

cuando he plantado rosales,

fertilizante coseché.

Amé, fui amado, desamado,

desechado, desensamblado

y ensamblado de nuevo,

pero no en forma óptima:

Las articulaciones rígidas,

los pies mal moldeados están,

faltaron algunos dientes,

quedaron muelas socavadas;

con todo, aún crecen flores

en mi enredado cabello,

mas las devoran los demonios

en mi lomo aposentados.

Atravesé el mediodía,

inició la tarde ya

no sé cuánto tiempo queda

para arribar a la noche,

tengo todavía luz

para cosechar algo más

que las plastas de excremento.

Al centro de mis nervaduras

aún hay plantas que germinan

Cuarenta y cinco vueltas al sol:

¡Este espacio me sofoca!

¡Saldré otra vez de esta prisión!

¡Quebraré mis raíces de nuevo!

No me duele a mí, sino a ellas

que quieren siempre limitarme,

jalarme al reino subterráneo,

hacerse caparazón,

envolverme, ahogarme

y, en lugar de nutrirme,

nutrirse devorándome a mí.

Echaré raíces nuevas

que se eleven con los vientos,

subiré hasta la luna

para agasajar sus descansos,

prodigándole el fruto maduro,

enterraré en ella mis huesos,

pero no le daré semillas,

esas ya las entregué:

En Marte fueron sembradas,

ahí crecen aún mis manzanos.

Nadie entiende mis viajes cósmicos,

pero eso no importa;

estoy aquí para ser sentido:

Oído, ojos, boca, nariz,  piel.

No es hora de la partida

sino de unir los pedazos,

remendarlos a mi tronco

y seguir haciendo vereda.

No los dejo, continúo

y aquí o allá nos hallaremos,

dándole vueltas al sol.

Ray ManzanárezVersión2014

Desde LA HOJA D RAYM #6 y el libro Día Cero.

Si quieres leer más poesía de Ray Manzanárez, conocer algo de su obra visual o escuchar cápsulas radiofónicas sobre poetas consagrados visita: https://manzahnosediciones.blogspot.com/

También te podría gustar...