La moto

Paola Gericke

Ella lo vio acercarse por el pasillo en penumbras. Caminaba lento, mirando alrededor, buscándola. Como siempre, algunos le pidieron cigarrillos, entonces él se detuvo y vació la caja, repartiéndolos entre todos, después se los encendió, uno por uno. Un hombre que parecía más viejo cortó el cigarro en dos para hacer más largo el disfrute.

—Hola ¿cómo estás? —saludó cuando la encontró, sentada sobre una camilla.

—Bien, muy bien, gracias —ella respondió con educación y en automático, como si no escuchara los gritos ni viera la miseria del hospicio.

—¿Te tratan bien? Estás más flaca ¿Comés bien?

—Sí, muy bien. Justo ayer nos dieron arroz con leche, estaba muy rico, pero Martha me robó la mitad.

—¿Y no te quejaste, no le dijiste a nadie?

—¿Y eso para qué? Shhh ¿te cuento un secreto? El otro día Arturo me llevó a bailar, la pasé lindo.

—¿En serio? ¿Y bailaste? —(qué fácil era seguirle el juego, subirse al mismo tiovivo y girar con ella).

—Bailamos toda la noche. ¿Sabés? Fuimos al Club Naval y tenía todas las luces encendidas, hasta parecía de día. Yo me puse un vestido verde y Arturo dijo que… que… mis ojos eran muy bonitos. Arturo es así de alto como vos, pero no tiene tus ojos, tus ojos son parecidos a los míos.

—Ah. ¿Y… vos lo querés mucho a Arturo? (¿Y quién es Arturo? ¿Es tu padre, es un hermano, es mi padre?)

—Sí, claro que lo quiero, pero él se fue, se fue y me dejó sola.

Lo miró un instante a los ojos, sólo un instante, enseguida se distrajo con los vidrios rotos de la ventana.

—Mirá Martha, mirá la foto ¿Ves? Éste es mi hijo.

—A ver…¡qué buen mozo! Se parece a vos, tiene tus ojos.

—¿Viste que sí? Ayer vino a visitarme, siempre viene.

—No mientas, si yo hace tiempo que no lo veo.

—Es que a veces viene de noche, porque trabaja mucho. Viene después que nos dan la pastilla, yo lo escondo bajo la cama y cuando están todos dormidos me escapo con él, pero no le digas a nadie.

—¿Y qué es esa cosa que tiene en la mano?

—Eso es un casco, es el casco de su moto. ¿Sabés? La otra noche me llevó a pasear, yo subí detrás de él y lo abracé fuerte porque tenía miedo de caerme. Pero él maneja muy bien y dimos un paseo precioso.

—¡Mentís! ¿Cómo va a venir? De noche no dejan entrar visitas…

—¡No! ¡No es mentira! Yo salí sola, sin que me viera nadie, y lo esperé en la carretera, entonces él vino con su moto y fuimos a pasear. Si no contás nada, otro día le voy a pedir que te lleve a vos, vas a ver qué lindo.

—¡Sí! ¡Dale! ¡Decile que sea mi novio!

—¿Tu novio? No, tu novio no, él ya tiene novia; una vez la trajo y hasta nos sacamos una foto.

—Bueno, pero puede tener dos novias ¿no? Dale, decile che, yo también quiero pasear en moto.

—Ta bien, yo le digo, pero creo que a la novia no le va a gustar.

Al entrar en la sala él no puede evitar un sentimiento de culpa. Hace varios meses que no viene a verla y ésta será su última visita por largo tiempo. Quién sabe cuándo podrá volver.

—Hola mamá. ¿Cómo estás?

—¡Hola mijo! Y, acá ando, hace un poco de frío.

—Ya me contaron que te fuiste de fiesta por ahí.

—¿Yo? Nooo. Sólo fui al camino a ver si venías y después quise ir más lejos a ver si te alcanzaba, peroellos me encontraron.

—Sí, me avisaron por teléfono. ¿Sabés? Me voy de viaje, vine a despedirme.

—¿De viaje? ¿Y te vas muy lejos?

—Lejísimos, me voy a un país que se llama México, que tiene unas pirámides y comen todo con picante.

—Bueno pero vos no comas mucho picante que hace mal a la gastritis.

—¿Y qué hago si sólo encuentro eso para comer?

—No, seguro que hay otras cosas, y si no, entonces hacete arroz. Decile a tu novia que te haga arroz…a mi me gusta el arroz con leche. ¿A vos?

—Mas o menos, pero si vos me decís cómo lo prepare para que mi novia lo haga, seguro que me gusta.

—Bueno, yo le digo a Martha que me ayude a escribirla receta.

—Tomá. Mirá, te traje otra foto.

—A ver… ¡sos vos!, estás lindo. ¿Es para mí?

—Sí, para vos sola, guardátela para que no te la roben como la otra.

—Mirá, me la escondo acá, así ni Martha me la va a poder sacar. Ella dice que quiere ser tu novia y yo le dije que sí pero es mentira. Mirá si yo te voy a decir que te hagas novio de una vieja fea como ella… ni loca te digo eso.

—Te voy a extrañar mamá.

No es habitual que les den arroz con leche, por eso ella lo disfruta tanto, le trae lindos recuerdos, su novio Arturo, su hijo aprendiendo a comer… lástima esos grandes trozos de cáscara de limón que se encuentra dos por tres.

—Arroz con leche, me quiero casar… —canturrea golosa mientras se lleva una cuchara rebosante a la boca. El sabor amargo de la cáscara de limón se le atora en la garganta.

Entonces tose y después aspira, pero la cáscara tenaz impide que el aire pase. Se lleva la mano a la garganta tocando el hombro de su compañera, quien parece no darse cuenta. Agita su brazo, frenético, como saludando al compañero de la mesa de enfrente, quien también la saluda. Sigue agitando el brazo hasta que se le nubla la vista, quiere gritar pero el aire no entra ni sale. El hombre que la saludó se cansa del juego y ahora camina, deteniéndose cada tanto a dar enfáticos discursos al aire. Una nube ya conocida aparece de pronto, los últimos rastros de vida comienzan a abandonarla.

La voz de alarma la dio Martha, quien la creyó dormida, pero cuando la sacudió y no tuvo respuesta fue a buscar a la celadora.

—Está rara, no me contesta ni se mueve…
—Bueno, ya voy, decime dónde está.
—Acá nomás, tirada en el piso.
—A ver… ¡Vamos remolona, no es hora de dormir! ¡Arriba! Pero la mujer está fría…¡Rápido! ¡Llamen al doctor Martínez! Putamadre… ¿qué le pasó? —rugió la voz mientras sacudía el pequeño cuerpo.

Alguien le metió unas pinzas por la boca, pescó el trozo de cáscara atragantado y lo retiró. Muy tarde. La nube rosa la rodea y desde lejos le llegan los gritos de la enfermera, de repente siente el conocido y violento sacudón del electroshock, que esta vez sólo busca revivirla.

Entonces escucha el sonido de la moto que se acerca. Ahí está él, extendiéndole el casco:

—Vení mamá, vamos a pasear, yo te llevo.
—¿Viste Martha? Te dije que regresaría a buscarme.

lamagauruguaya@gmail.com

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