La noche del árbol triste

Mario Z. Puglisi

©David Alfaro Siqueiros

La noche era nocturna. No. Ése no es un buen inicio para la historia. Los jueces verán enseguida el masivo pleonasmo y no entenderán que lo hago a propósito; entonces me descalificarán. La noche se cubría en manto de obsidiana. Mejor, aunque también me suena muy usado. O verás, ya sé: La noche, bandada de cuervos negros trazaba su ausencia de luz sobre el bosque de Cuautla. Sí, mucho mejor. ¿Y sí fue en Cuautla donde se sitúa la leyenda? No me acuerdo. Deja busco en la Wikipedia, o es más, mejor lo dejo así para que los jueces crean que uso otro marco referencial porque quiero darle un nuevo contexto a la historia. Aunque la verdad es que no sé si esté bien. La noche, bandada de cuervos muertos trazaba su ausencia de luz sobre el bosque de Cuautla. Una decena de españoles sobrevivientes intentaba refugiarse en él. Habían sobrevivido a su propio holocausto. Tengo que atraparlos desde el inicio, dicen que los jueces sólo leen las primeras líneas de cada cuento para saber si va a valer la pena o no, y si el cuento está bueno pero no tiene un buen inicio no lo toman en cuenta. Por eso tengo que hacer que se interesen en mi historia desde el principio. Buena movida cambiar cuervos negros por cuervos muertos, anticipa lo que va a suceder; además, creo que todos los cuervos son negros. No estoy seguro si deba dejar holocausto, me suena a que es una palabra más contemporánea y se aleja de la conquista española. Digo, los jueces tienen que saber de qué trata el cuento sólo con leer el título, más obvio no puedo ser. ¿Y si se lo cambio? La noche, bandada de cuervos muertos trazaba su ausencia de luz sobre el bosque de Cuautla. Una decena de españoles intentaba refugiarse en él. Habían sobrevivido a su propio holocausto. Hernando, su capitán, intentaba mantener la cordura ante lo sucedido, aunque en el fondo sólo quería llorar. Tantos hermanos reposando atrás en el campo de batalla, tanto dolor. Hernando, nomames, qué buena idea. Es como otro Cortés, eso les va a gustar. Uy, repetí la palabra intentar dos veces, necesito cambiarla. A ver: Habían perdido a doscientos hombres en manos de los bravos guerreros águila y jaguar. Ah, cabrón, pero en el centro de México no había jaguares, había en Chiapas y en la Lacandona pero en el centro no. ¿Entonces por qué chingados enseñan eso en la primaria? A ver, me estoy desconcentrando. Habían perdido a doscientos hombres en manos de los bravos guerreros águila y serpiente en una lucha cuya violencia y sangre derramada había visto jamás. Hernando sabía que él y sus guerreros… Hay un habían al principio y otro al final. Déjame ver, (…) en una lucha cuya violencia y sangre derramada jamás antes presenció. Hernando sabía que él y sus hombres debían pasar la noche allí y buscar al resto del ejército que se acercaba por Veracruz. Pérame, creo que en ese entonces aún no había Veracruz. ¿Quiénes serán los jueces? De seguro ya tienen ganadores y nomás lanzan la convocatoria para que tengamos en qué entretenernos. Hernando sabía que él y sus hombres debían pasar la noche allí y buscar al resto del ejército que se acercaba por el golfo. Se les tenía que anunciar lo sucedido y organizar una mejor ofensiva. Sus hombres estaban cansados. ¿Cómo hacen diez hombres para sobrevivir a los violentos aztecas? ¿Y qué casualidad que entre ellos venga su capitán? Si por eso las leyendas son leyendas, por increíbles. Están como la novela de las 8, ay, sí, ya iban a matar a la mala cuando de la nada saca una pistola y se salva, ¿quién les cree eso? Hernando localizó un claro bastante oculto donde podían descansar y esperar la madrugada. ¿Un claro bastante oculto? Los peninsulares dormían mientras su capitán reflexionaba sobre lo acontecido. Se incorporó, trataba de caminar para pensar mejor, a unos metros del improvisado reducto. No, tan cerca no. A unos veinte metros del improvisado reducto un árbol se mecía con un ritmo particular. Hernando se percató que no había aire que pudiera provocarlo. Después de ver majestuosas ciudades con más habitantes que cualquier ciudad española, serpientes emplumadas, sombras manipuladas por los locales, hombres convertirse en animales, ya nada le podía sorprender. Era un hombre fuerte y con una mente abierta. Se acercó. ¿Cómo te comprometes a ser juez si no tienes ni la ética para leer todos los cuentos completos? Aunque también, poniéndome en su lugar, hay cada texto que sí da güeva tener que soportarlos. Y luego algunos sin contenido ni forma, y nada de ortografía; porque hay unos que se dicen escritores que ni el cuidado de revisar su ortografía tienen y encima… Pero bueno, supongo que a los jueces les pagan y siendo trabajo sí deberían leer cada cuento con calma. Se acercó. Una parte de él le decía lo que allí le esperaba. Al llegar al árbol éste se detuvo. Ya voy a empezar con mis ridiculeces. Al llegar al árbol éste se detuvo. Hernando se inclinó en las raíces de aquel árbol llorando por la muerte de sus fieles soldados. Entonces el árbol inclinó sus ramas sobre él y le habló. Venga, parezco preparatoriano, nomás me falta lo gótico y ya estuvo.

–No debes llorar –le dijo el árbol– tus hombres se multiplicarán y con los conocimientos que tienen sobre la guerra devastarán a cien veces la cantidad de hombres por los que hoy lloras. Asesinarán, violarán y esclavizarán a cientos de miles de mi pueblo. Tu patria nos convencerá con engaños y después terminará con todos nosotros, culpables o inocentes. Tu pueblo y tu religión entrarán en mi raza como un cáncer que jamás nos abandonará. Sobre la sangre que tus soldados hoy derramaron se erguirá una nación que durante siglos sólo provocará vergüenza y desilusión –y el árbol comenzó a llorar. La noche, entonces, se hizo eterna. Fluido, ¿eh? Aunque el final no me convence del todo. Creo que el cuento está muy corto y quizá trate de un tema muy explotado; pero bueno, tengo que terminar ya. Todavía me falta imprimir y mandar, y aún no hago mi plica. A ver. Sobre la sangre que tus soldados hoy derramaron se erguirá una nación que durante siglos sólo provocará vergüenza y desilusión –y el árbol comenzó a llorar. Entonces la noche, esa noche del árbol triste, continúa oscureciéndonos hasta hoy. Juan Rayo.

mariozpuglisi@gmail.com

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