Un oficio que te elige

Fernando Zaragoza (Cartopirata Editorial)

Las editoriales que se forman en los guetos literarios suelen ser de forma orgánica, pero esto las exime de los problemas y retos que enfrenta la industria editorial, sí como lo leíste, “industria editorial”. La formación de equipos capacitados es un reto para cualquiera que esté en estos asuntos de formar, corregir, imprimir y distribuir el trabajo que de dichas nodrizas resulta; es una empresa de caminos sinuosos, pues nos enfrentamos a la competencia que se forma al haber tantos sellos. Y es que, las trasnacionales, nos guste o no, generan las pautas del juego, pues la idea de competencia se transforma y nos lleva a cambiar la idea del romántico editor. Así, los juegos en que nos incluimos nos llevan por los senderos del autoconocimiento y la exploración de nuevas formas de hacer el trabajo que tanto nos gusta.

En el trayecto de las editoriales pequeñas y medianas, nos convertimos en editores de grandes proezas al buscar autores que en algún momento se convertirán en parteaguas de la literatura, o en escritores importantes de las generaciones que cruzamos; como si fuéramos entrenadores del futuro editorial. Las apuestas son diversas, ya sea recurriendo a los servicios propios de cualquier editorial o apoyando a autores noveles. Suele sueder también que éstos no llegan a florecer como se esperan, pero la apuesta sigue ahí, como un chorro de agua interminable; es por eso que se sigue en la jugada de estos albures de la edición.

Como es bien sabido, si bien hay quien prefiere los libros de autorías locales, el grueso de los lectores busca los best sellers. Y aún así, las trasnacionales siempre están a la expectativa de lo que nace de forma natural en las pequeñas editoriales, pero al no tener plataformas de largo alcance pierden la oportunidad de hacerlo crecer. Con lo que estos grandes devoradores de ideas y personal aprovechan para colgarse las medallas con sus tentáculos capitalistas, que si bien muchos editores encuentran ahí su sustento, también encuentran la guillotina que les corta las ideas y el amor por la edición, generando un descontento con la vida y el amor al libro en sí.

El gozo por la edición es un hábito que se adquiere y que es útil para la vida de las editoriales pequeñas y medianas, aquellas que viven el reto de sobrevivir a los grandes tiburones que se encuentran en este océano editorial. Hay que aferrarse a la búsqueda de la felicidad en el entorno editorial, sin dejar de ver que la excelencia puede ser la herramienta que nos lleve a buenos términos en la lucha de proponer a nuevos y viejos talentos que enriquezcan el bagaje cultural y nutran la imaginación de los lectores que son, a fin de cuentas, quienes deciden si es o no viable el sueño de la edición horizontal y cualitativa a la que aspiramos desde nuestras trincheras editoriales.

¡Que viva la torta ahogada y la carne en su jugo!

*Altas y bajas, Antología BABEL 2019

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