La cruel mordedura del amor: “Cascabel”, de Teresita Islas
El talento de la artista veracruzana Teresita Islas Ochoa luce amplia y bellamente en el trabajo poético, coreográfico y musical que ha llevado a cabo a lo largo de tres décadas; las dos más recientes, con el singular conjunto Al Golpe del Guatimé. El virtuosismo del requintista José Ángel Gutiérrez dialoga no sólo con los sones tradicionales, sino, asimismo, y de manera destacada, con las composiciones de Teresita, que han sido registradas en el fonograma Cora-son de mujer, realizado con el apoyo del programa de Músicos Tradicionales con Trayectoria del Fonca, que le ha sido otorgado a artista en los años 2012 y 2016. Cabe destacar que este conjunto ha realizado un trabajo de investigación creativa para desentrañar las raíces del son tradicional veracruzano, estableciendo un diálogo muy original con la música la música española, africana y del Medio Oriente. Con Al Golpe del Guatimé, Teresita ha realizado giras por buena parte de la República Mexicana, por Estados Unidos, Canadá y diversas ciudades de Europa.
En el año 2017, Teresita Islas publicó su libro Matices. La incomparable intensidad de una mujer, donde reúne una muestra de sus décimas de raíz tradicional, en las que plasma su visión singular sobre los cauces propios del son jarocho, y, asimismo, externa con solvencia y sensibilidad los temas que le inquietan particularmente, en un afortunado ejercicio de apropiación del verso tradicional. Sus décimas son precisas y arriesgadas en la expresión; su condición femenina y su identidad jarocha son afrontadas con valor en composiciones que suenan bellamente, y parecen reclamar, adondequiera que van, la voz y la jarana de su autora:
En esa calma y quietud
cuando presagia la aurora,
la luz se filtra incolora,
sibilina plenitud.
Brota el canto en un alud,
y la música al danzar
tal parece musitar
secretos que lanza al viento,
desbordando sentimiento
las notas de tu penar (“Penar”).
Por si la vasta labor descrita hasta aquí no mostrara ya un amplio abanico creativo en la obra de Teresita, en el mismo año 2017 publicaría su novela Cascabel, aparecida con el sello de la editorial Chiado, de Lisboa, Portugal, empresa que tiene representaciones en diversas ciudades de Europa y Latinoamérica, así como en diversos puntos del mundo lusófono, con lo que esta primicia de la narrativa de la escritora seguramente abarcará un amplio público lector, trascendiendo los mares, como lo ha hecho el son jarocho que ella conoce a profundidad, como cantora, compositora, jaranera y bailadora.
La novela, que ronda las quinientas páginas, nos cuenta en 25 capítulos la historia de Mariana, una hermosa y culta joven oriunda del puerto de Veracruz, quien conocerá en una fiesta a Arnulfo, hijo del cacique don Apolinar, dueño del rancho Cascabel, ubicado en el municipio de Santiago Tuxtla. Arnulfo es apuesto y culto, vive y conoce el estilo citadino, pero es ante todo un hombre de campo. La belleza y la inteligencia de Mariana despiertan interés en el joven terrateniente, quien, además de conocer las labores del campo, es asimismo un diestro músico. Finalmente, el asedio de Arnulfo rinde frutos; los jóvenes se casan y establecen su domicilio en una casa nueva, edificada en los dominios del rancho, donde Mariana conocerá un mundo rural profundo, cruel y enigmático, surcado por las pasiones humanas, las fuerzas naturales y sobrenaturales. En ese marco florecerá el amor de los recién casados, la joven despertará al amor sensual y vivirá una vida muy diferente a la que había llevado hasta entonces, con la omnipresencia de la música y la cultura populares, y siempre con el asedio de la brutal y oscura sombra de su suegro, don Apolinar, amo y señor de tierras y gentes en la remontada vastedad de sus dominios.

Teresita describe con gran realismo e intensidad la manera como Mariana debe confrontar un entorno adverso, donde tanto el rechazo de la familia de Arnulfo como la hostilidad de una cultura atávica y el medio natural inclemente cuanto ajeno para ella la hacen cuestionarse día tras día sobre su presencia en El Cascabel. Con el paso del tiempo, y de forma descarnada, Mariana irá descubriendo los conflictos y las taras de su familia política: su esposo, seguramente por su sensibilidad artística, y eventualmente por la ruptura con la genética paterna, ha abandonado la violencia, el abuso y la fiereza de su padre, y sin embargo tiene desplantes de machismo que avivan las dudas de la protagonista.
La historia está bellamente aderezada, además de con la cita de coplas tradicionales, con las décimas que culminan varios de los capítulos, debidas la mayoría de ellas a la pluma de la propia Teresita Islas, que condensa de ese modo su talento narrativo con su sensibilidad y oficio líricos, en una acertada asociación discursiva, que otorga belleza y dinamismo a la obra. Cito la que cierra el capítulo XX, “La Venta”, como un bello ejemplo de la maestría y buena fortuna con que la autora emprende el recurso dialógico con la poesía tradicional. De su estética retoma la dimensión simbólica de los elementos naturales, que desarrolla a lo largo de las acciones de la historia:
Ya no te asombre mi canto,
que entre tanto desvarío,
al querer llorar, yo canto,
al querer cantar yo río.
Surge con poder y brío
ese canto no esperado,
y es de mi espíritu aliado,
y me permite sin prisa
confundirme con la brisa
en un cielo anubarrado.
Las dudas de Mariana, así como el conflicto detonado por su presencia en El Cascabel dotan de intensidad a la novela, en la que el amor de los jóvenes esposos se pondrá a prueba, por la ponzoñosa ferocidad del entorno del rancho, que, como el título de la obra, resulta a un tiempo atractivo y repelente para la protagonista. Aun sin poder ventilarlos abiertamente con su marido, ella deberá vencer sus miedos y afrontar sus dudas, en nombre de su profundo amor, un sentimiento que se ve sacudido por los recios vendavales y el anubarrado cielo de la historia familiar de Arnulfo. Pugnan, así, el amor y la fuerza creativa de Mariana y Arnulfo, con el impulso destructor que Apolinar ha encumbrado en su feudo.

Para quien quiera adentrarse en el conocimiento de la vida rural veracruzana, el sustrato profundo de la cultura popular jarocha y el contraste entre la vida urbana y la rural en ese hermoso estado de la República; para quien quiera acompañar a la joven protagonista en su cruzada por el amor verdadero y la defensa de su feminidad; para quien quiera recrearse con los primeros pasos de una novelista de innegable y diverso talento, Cascabel reserva su vívida narrativa, su amorosa mordedura, que presagia una obra rica y vasta, de la que hay que estar pendientes, pues, en conjunto con la obra poética y musical de Teresita Islas, seguramente nos dará mucho de qué hablar e imaginar.