Tiburón se baña pero no salpica

© Armando Marino

Horacio Toledo

Los cubanos describíamos la corrupción en nuestro país como una “pelea entre gatos y ratones” y a los gobernantes los describíamos como “tiburones”.  Así le decian a José Miguel Gómez, quien fue el segundo Presidente de la República de Cuba, “Tiburón se baña pero salpica” queriendo decir que el Presidente roba pero que permite que otros lo hagan también. 

Lo más curioso del caso de la corrupción en Cuba es que existía solamente ente los políticos y burócratas, pero no en los comerciantes ni los industriales. Durante los años en que mis abuelos fueron dueños de sus negocios, así como los de mi padre y los años mios -un total de 58 annos consecutivos- ¡jamás tuvimos necesidad de contratar a un abogado!

La firma que yo heredé hizo ventas de sumas importantes por aquellas fechas y jamás firmamos un contrato de venta.  Era todo de palabra, nos dabámos la mano y se cumplia el acuerdo. Cuidábamos mucho nuestra reputación. A diferencia de hoy en día en los Estados Unidos, tener en Cuba la residencia hipotecada estaba mal visto. Toda mi parentela pagó sus residencias al contado a pesar de ser familias de orígenes muy modestos, algunos en su juventud fueron pobres campesinos.

Una frase muy comun de aquella epoca era “estira las piernas hasta donde te den las sábanas” si no querías pasar frío en los pies; o sea, gasta con moderacion o paga las consecuencias. Sin embargo, una gran cantidad de nuestros políticos se hacían millonarios aprovechándose de la ley conocida “inmunidad parlamentaria” de la que se aprovecharon en forma desmedida presidentes, ministros, senadores y representantes. No podían ser procesados por delitos comunes.

La inmunidad se convirtió en impunidad y los “tiburones” comenzaron a “salpicar” propagando la avaricia en toda la República. ¡Y ésa ha sido nuestra historia desde el 20 de mayo de 1902!

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