Pequeña agua

© Jelena Galkina

Franck Fernández

Si bien relacionamos el ron con los países cálidos, el coñac con Francia, el whisky con Escocia… naturalmente asimilamos el vodka con Rusia. Rusia no es el único productor de vodka, pero decididamente son los vodkas rusos, polacos y finlandeses los de mayor reputación. Y es que el vodka no tiene una denominación de origen controlada como otras bebidas como el propio coñac, el tequila o la champaña. Entre las grandes marcas de vodka, la que sobresale es Smirnoff. Hagamos un poco de historia.

El creador de la marca, Piotr Smirnov procedía de una familia de siervos. No olvidemos que fue solo en 1872 que el zar ruso Alejandro II dio la libertad a los siervos. Pues bien, los padres de Piotr se dedicaban a vender vino durante las fiestas y, gracias a sus talentos como empresarios, lograron acumular una cantidad de dinero que les permitió comprar su libertad. A partir de ese momento, los Smirnov se dedicaron completamente a la compra venta de vino. Nuestro Piotr tenía entonces 15 años. En 1862, Piotr lanzó su propia empresa en Moscú. Era un empresario que trataba muy bien a sus empleados y utilizaban nuevas estrategias de mercadeo, como poner etiquetas de colores vistosos para que sus productos fueron reconocidos con facilidad. La calidad y las buenas relaciones hicieron el resto. Luego montó una destilería en la que empezó a producir su vodka que llamó 21. El número hacía referencia a la cantidad de ensayos que tuvo que hacer para lograr obtener el grado de pureza y de calidad con el que quería lanzar su producto al mercado. Hasta ese momento el vodka que se vendía no era cristalino ni puro. Esto lo logró filtrando 10 veces su vodka a través de filtros de carbón vegetal y el agua que utilizaba era agua límpida de un glaciar, el Imperial. A pesar de su pureza, el agua también era filtrada en filtros de cuarzo. Antes el vodka se hacía de diferentes productos (cebada, papas, maíz). Piotr decidió hacerlo solo de trigo. Pronto el número 21 era el mejor vodka vendido en Rusia y comenzó su exportación.

Con trabajo logró obtener el muy apreciado sello de proveedor oficial de la corte imperial. Se recurrió al eminente químico Mendeléiev, aquel de la tabla periódica, para crear la norma para producir el vodka. El científico consideró que el mejor vodka era que el que tenía 38 grados de alcohol pero, por cuestiones fiscales, las autoridades decidieron que era más fácil producirlo a 40 grados.

Piotr tuvo cinco hijos. Todos de diferentes mujeres. Era inmensamente rico y a su muerte dejó sus fábricas y negocios a todos ellos. De sus hijos, 4 eran verdaderos ninis que habían nacido en la opulencia y solo sabían malgastar el dinero que su padre había ganado. Sin embargo, había uno, Vladímir, que supo continuar el negocio del padre. Para 1917, ya les había comprado a sus cuatro hermanos todas sus acciones en los negocios, pero los bolcheviques se los nacionalizaron. Vladímir Smirnov logró huir a Estambul, donde se habían establecido muchos rusos que huían del nuevo sistema y allí abrió un cabaret, el Parisiana, donde se vendía vodka y se presentaba su mujer, cantante de opereta. Con lo que no contaba Vladímir fue con que los rusos emigrados no tenían dinero y que los turcos no beben vodka. Se instaló en la ciudad de Lvov, que a la sazón pertenecía a Polonia, donde comenzó un buen negocio que lo alentó a abrir otra fábrica en 1926 en el sur de Francia. Fue en Polonia que afrancesó el nombre de Smirnov a Smirnoff, con doble F. Desde sus fábricas en Francia exportaba su vodka a casi todos los países de Europa y consideró que era el momento de saltar hacia los Estados Unidos al finalizar la ley seca.

Poco después llegó la gran depresión y se vio obligado a vender su empresa a Rudolf Kenett, también emigrado ruso y director de los productos de Helena Rubinstein en los Estados Unidos. Él también después lo vendió a otros compradores y así, de mano en mano, su actual propietario es el holding inglés Diageo con fábricas en los Estados Unidos, Italia, Escocia, África del Sur, Nigeria y Australia.

El vodka es la segunda bebida de alcohol de mayor consumo en el mundo, detrás del ron, y la marca Smirnoff viene detrás de la marca Bacardí. Hoy el vodka Smirnoff se puede comprar también con sabores como manzana, lima, vainilla… que son ideales para preparar cocteles. El vodka es uno de los ingredientes del coctel preferido de James Bond, el agente 007. Todos recordamos que él lo pide con Martini blanco, agitado, no removido. Es el vodkatini que se puede degustar con dos aceitunas que, si están bien maceradas, le cambian ligeramente el sabor al coctel.

En Rusia, el consumo de alcohol es elevadísimo y esto desde siempre. Desde la época de los zares, pasando por la de los bolcheviques, se ha querido de alguna manera impedir la producción de vodka debido a los graves niveles de alcoholismo. Esto ha generado 2 problemas mayores: la falta de recaudación de impuestos y el aumento de la producción de vodka casero, al que los rusos llaman samogon.

La palabra vodka significa pequeña agua. En todos los idiomas eslavos, “vodá” significa agua y la partícula “ka” es la forma rusa diminutiva y cariñosa, como nuestro “ito” español. Al igual que Smirnov sacó su producción con la llegada de los soviéticos, el descendiente de otra gran marca de vodka de la época zarista, Eristoff, que se producía en Georgia, sacó su producción instalándose en Italia. En Rusia hoy en día se consume el equivalente de 14 litros de alcohol por persona al año, lo que equivale a dos mil millones de botellas vendidas. Otro vodka muy conocido es el Stolíchnaya, que significa capitalina. La etiqueta representa al hotel Moskvá. Sepa que al pronunciarlo se debe un acento sobre la I, haciendo esdrújula la palabra. Y no olvide, a disfrutar y consumir con moderación.

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