José Emilio Pacheco: nostálgica visión de lo que ya no existe

© José Luis Cuevas

Yussel Villegas Álvarez

José Emilio Pacheco Berny nació en la Ciudad de México el 30 de junio de 1939. Fue un gran escritor de crónica, cuento, novela, poesía, ensayo, crítica y traducción, además trabajó como editor para algunos conocidos escritores contemporáneos; es reconocido al día de hoy tanto por su escritura un tanto nostálgica y alegre, como lo pueden ser las memorias de la infancia de un ciudadano promedio, como por el estilo, a veces obscuro, con que envolvía sus cuentos, y el tinte trágico que añadía con temas como la muerte y la infidelidad. Murió en la Ciudad de México el 26 de enero del 2014, a causa de un fallo cardiorrespiratorio. En palabras de su hija, Laura Emilia Pacheco, “se fue muy tranquilo y en paz. Murió en la raya, como él hubiera querido”.

Puede o no ser un escritor magistral mexicano que busca plasmar en sus novelas y cuentos un mundo desaparecido y casi olvidado por la población de su país, un cuentista que mata el tiempo, viviendo de recuerdos en cada párrafo que de sus manos nacía, un ciudadano como cualquier otro que, en ocasiones, se pierde entre el misticismo de sus propios pensamientos. De esa forma, abre las puertas a ideas en algunas de sus novelas el escritor José Emilio Pacheco, dando paso a conjeturas dentro de la mente de cada lector; es por eso que pide, en Morirás Lejos (1967), que quienes se atrevan a abrir esas páginas sean personas audaces y receptivas para captar cada una de las historias que en su novela aparecen, siendo no el único escrito del autor que nos presenta párrafos enteros de palabras que no van directamente con la trama de sus historias: estas conductas se muestran en volúmenes como La sangre de Medusa y otros cuentos marginales (1958) y la popular novela Las batallas en el desierto (1981), donde envuelve al lector en acontecimientos históricos, en historias alternas, en pasajes por las vidas de personajes secundarios y, cómo pasarlo por alto, los paisajes urbanos que pinta con palabras, de lo que alguna vez fue la Ciudad de México.

A los diecinueve años publica sus primeros cuentos en La sangre de Medusa, donde se encuentran algunos relatos tempranos del autor en los cuales se puede notar la idea que ya tenía de escribir un cuento o novela experimental. Algunos elementos, como saltar en el tiempo al pasado y retomar ciertas historias antiguas y adaptarlas a las problemáticas personales de personas comunes, dan señales de lo que ya tenía pensado escribir para su novela experimental Morirás lejos, en la que se narra el descontento y la incertidumbre de un personaje al observar a un hombre que día tras día se sienta en una banca, pensando que tal vez va por él, que puede o no ser un hombre común, y es eso lo que le carcome las entrañas. Es en esta novela en la que podemos notar la presencia de algunos elementos de su primera publicación, con una escritura más madura y centrada.

José Emilio modificó en distintas ocasiones sus cuentos tempranos, cuentos que le perseguían para recordarle su precoz solidez, los primeros atisbos y sonrisas a un mundo de letras en que él destacaría. Aun así, no podría cambiar nunca su visión del mundo, sus propias palabras, sus propios pensares del pasado que seguirían incluso hasta el último día que hubo leído sus antiguas palabras. José Emilio podría modificarlo todo, pero no su primitiva estructura al momento de narrar vidas pasadas. Podría incluso cambiar al mundo mismo dentro de su obra, pero no podría cambiar su forma de verlo, de sentirlo, de olerlo y de plasmarlo en nítidas fotografías que nosotros imaginaríamos con tanto color.

En El principio del placer podemos encontrar cuentos y una mini novela que lleva por título el mismo de la colección. Hay muchísimo misterio en cada una de las obras allí reunidas. Podríamos centrarnos solamente en los enigmas que envuelven al cuento “Langerhaus”, ¿qué pasó con su compañero de la infancia?, ¿habrá pasado todo eso en realidad? Hacemos conjeturas en cada párrafo que leemos, recordando, por ejemplo, la expresión de uno de sus compañeros, que parece no querer decir que Langerhaus nunca existió, reordenando sus palabras. ¿Qué habrá pasado por su mente? Algo que podemos pensar en ese momento es que es alguien a quien quizá quieren olvidar, una persona non grata. Todo eso se vendría abajo al llegar al momento en que los dos amigos hacen su investigación buscando registros de alguien con ese nombre; entonces, ¿qué sucedió?

Otra posibilidad a estas alturas podría ser que Langerhaus fuera solamente un amigo imaginario, al recordar que el protagonista tampoco lo aceptaba, y que después fue su único amigo, recordando que también a él lo molestaban de niño. ¿Quién fue entonces la persona que tocó en Bellas Artes? Al avanzar en la lectura nos encontramos mirando la imagen de un hombre que toma somníferos, que no puede olvidar “la melodía de su infancia”, una sonata de Bach. ¿Podría ser entonces que Langerhaus era solamente una frustración que el protagonista creó? Tal vez un reproche a sus padres que nunca lo dejaron tener una infancia normal. Todo eso queda en el humo mágico que crean las letras del autor conforme pasan las líneas llenas de misterio y desconcierto.

No es sino hasta 1981 que José Emilio publica Las batallas en el desierto, uno de sus libros más conocidos, en el que podemos apreciar una escritura más concreta, más madura y, no obstante, más mágica y nostálgica, como lo pueden ser las memorias de un adulto que piensa en el regreso de una derrumbada ciudad.

Es en esta novela corta que observamos con mayor fuerza y aún más marcado el hecho de que el autor gusta vivir de recuerdos. El amor prohibido de un infante, narrando el terror en la cotidianidad; es este un tema algo recurrente en la obra del autor: la prohibición o el añoro de algo inalcanzable. Carlos, el protagonista, se enamora a corta edad de la madre de uno de sus amigos; aun sabiendo que es una locura, decide seguir con su sentir, huye de la escuela y obtiene un beso de su amada, que piensa que es solamente un gesto tierno.

¿Qué podría salir mal en un lugar en donde todo mundo se entera de cada acontecimiento? Una realidad en México es ésta. En su escuela se corrió el rumor, en su clase todo mundo se enteró. Poco tiempo después, Carlos se entera de que Mariana, la madre de su amigo, ha muerto de una forma bastante misteriosa. Es entonces cuando, de nuevo, nos encontramos con uno de los elementos utilizados en El principio del placer. En el edificio donde la mujer solía vivir nadie la recuerda, nadie sabe nada de ella, algunas personas le cuentan que se suicidó, nadie sabe cómo, todo mundo la vio, pero nadie sabe nada.

¿Qué habrá pasado con Mariana? El misterio en la obra de José Emilio Pacheco sigue presente en cada uno de sus escritos; esta incertidumbre que inunda cada una de las páginas que pasan, la magia se vuelve obscura, el tierno amor de la infancia se torna en una mueca retorcida que la vida le dirige al protagonista; todos saben que la imagen de un político o de una persona poderosa no se puede ver manchada por una “cualquiera”, menos si esa mujer tuvo que ver con un chisme que se propagó a toda velocidad, un chisme que tiene que ver con un beso y con un niño. Es así, pues, que Mariana termina muerta; muerta por mano propia, un suicidio de los que el gobierno suele efectuar, siendo esto un secreto a voces, tal vez un suicidio de treinta y siete puñaladas en la espalda…

Es este otro tema recurrente en los escritos de Pacheco: la injusticia por parte del gobierno de México, la impunidad con la que se llevan a cabo acciones que quedan marcadas en el subconsciente colectivo del ciudadano mexicano, temas como lo acontecido el dos de octubre de 1968, la miseria en que el PRI hundía al país, todo aquello que el mismo autor tuvo que vivir en su tiempo; de una manera sutil sigue manteniendo vivo el odio del pueblo ante los dinosaurios, haciendo sólo pequeñas referencias para que la gente común nunca olvide lo que el gobierno ha hecho al pasar de los años en un país golpeado y que, sin embargo, no se raja.

La magia que rodea la obra de José Emilio no está siempre en el centro de lo que escribió; mucho del misticismo en sus cuentos y novelas es el final que nos deja, en ocasiones, con una incógnita, algo que se observa igualmente en la obra del escritor estadounidense Howard Phillips Lovecraft; una sensación espectacular que construyó en varios de sus escritos, envolviendo al lector en la historia, metiéndolo de lleno en el mundo real e imaginario que describe con tanta ilusión, todo arrebatado al llegar a la última página, con más preguntas que respuestas, con tantos finales posibles, como posible es la muerte en cada uno de ellos.

Algunos de los guiños que el autor hace en su obra en más de una ocasión representan una especie de burla o reproche a la novela que se escribía en ese momento, tal vez llegándola a tachar de simple, incluso a inducir en el lector un sentimiento de desprecio a los escritos que parecen hechos con plantilla. Hemos de recordar que, en algunas líneas de “La fiesta brava”, donde el protagonista es increpado por escribir de una forma un tanto experimental, utilizando un recurso que en ese tiempo podría parecer algo gastado por los autores de la época, se menciona a Carlos Fuentes. Esto nos deja una incógnita, ¿qué estaría pensando en ese momento de Morirás lejos? Algo que podríamos asumir es que para ese entonces José Emilio no tenía mucha fe en sus escritos, que iban orientados a algo más, fuera del común creativo de la época; pero esto denota consciencia en su escritura temprana, y tal vez esto ayudó en el proceso que tomó para madurar sus estructuras, su mundo, su sintaxis y su visión, que en algún momento el mismo José Emilio Pacheco nombró como: “algo que no podemos cambiar de nosotros mismos”. (http://www.elem.mx/obra/datos/1600)

La obra de Pacheco no se limita, como ya hemos visto, solamente a cuentos y novelas; el autor incursionó en distintas disciplinas literarias, como podemos constatar en el Nuevo álbum de zoología, aparecido en Ediciones Era (que llevaría a cabo la publicación de casi toda la obra del autor, tanto en novelas y cuentos, como en aproximaciones a otras obras o traducciones que elaboró en vida).

En esta antología encontramos el lenguaje y la expresión poética que manejaba Pacheco, y que se puede constatar a lo largo de sus escritos: la manera en que puede narrar una historia con tintes de lirismo nos acerca a la experiencia de leer directamente alguno de sus poemas. No obstante, podemos encontrar que la forma animalística en que escribe los versos recopiladas en el bestiario es solamente un medio para caer en la cuenta de algunos de los rasgos de la sociedad de su tiempo. Un claro ejemplo de esto se encuentra en “Orden de los reptiles”:

Reptil: para nosotros sinónimo
de lo más repugnante.
Sin duda herencia judeocristiana.


El vil reptil:
Criatura del demonio o demonio él mismo.
Rastrero, venenoso, horrible, temible.
¿O será que lo odiamos porque nos parecemos en lo menos grato del ser
y como él, algún día,
terminaremos sin poder andar en dos pies.
arrastrándonos
para salir de nuestro jardín que nunca fue paraíso?

Nos regala de manera sutil y espléndida una visión a la animalidad en el ser, de los instintos bajos de los humanos que nos mantienen parcialmente atados a nuestro pasado como especie, a nuestros mismos impulsos primitivos a los que hacemos una mueca cuando recordamos que alguna vez hemos caído en ellos.

Así, pues, cada lector que haya postrado su atención en la vida y obra de José Emilio puede decir entre imágenes nostálgicas: “Me acuerdo, no me acuerdo, ¿qué año era aquél en que leí por primera vez a Pacheco…?”

Referencias:

Pacheco, Laura Emilia, 2014. José Emilio Pacheco: A mares llueve sobre el mar. México: SM.

Ávila, S. (27 de enero de 2014). “José Emilio Pacheco murió en la raya”. Excélsior. Recuperado el 12 de diciembre de 2020, de: https://www.excelsior.com.mx/expresiones/2014/01/27/940503

Pacheco, José Emilio, 1997. El principio del placer. México: Era.

Pacheco, José Emilio, 2013. Nuevo álbum de zoología. México: Era.

Pacheco, José Emilio, 2016. Morirás lejos. México: Era.

Pacheco, José Emilio, s.f. “La sangre de Medusa”. Recuperado el 12 de diciembre de 2020, de: http://www.elem.mx/obra/datos/1600