Vacío, fofo y desierto

© Rudolf Kosow

Manel Costa

Cuando me peino el pelo siento que una parte de mí se acaba. Esto no es obstáculo para que los trinos de los pájaros rasguen aquellos atuendos que, por desgracia o ignorancia, no poseen títulos nobiliarios o patrimonios artísticos.

Sin embargo, las cucarachas que cada mañana nos deleitan con sus bailes afrodisíacos, nos permiten resistir las contrariedades del tiempo que nos quita lustre, nos desgasta y nos vuelve más insonoros, más invisibles y menos creíbles. Esto me gusta, me complace pensar que los demás piensan que yo no pienso, cuando en verdad os digo que sí, sí que pienso, aunque sin pensar, porque en realidad yo soy pensamiento, mi esencia se compone de idea, y mi totalidad cobija todos los pensamientos que piensan que yo no pienso. Es decir, cualquier pensamiento que piense que yo no pienso, por el simple hecho de pensar que carezco de capacidad pensativa, se imbrica, de manera sutil, dentro de mi propio pensamiento. La posibilidad de pensar que no pienso, implica imposibilidad de negar mi pensar, o lo que es lo mismo, si se piensa que mi pensamiento es ficticio, se está demostrando implícitamente que poseo pensamientos propios, lo contrario sería una entelequia fácil de demostrar, al menos cuando me peino los cabellos y arrastro, con este gesto, parte de mi ser.

Por otra parte, en el momento que mi pensamiento piensa que los demás piensan que yo no pienso, está reconociendo que varios “pensares” existen aparte de mi propio pensar. Esto, a primera vista, puede parecer una incongruencia o una contradicción en mis afirmaciones anteriores. Nada más lejos de la verdad. Si analizamos de manera irracional y subjetiva el pensamiento antes descrito, podemos llegar fácilmente a la conclusión de que pensar tan solo constituye el principio del pensamiento absoluto. Es decir, un pensamiento forma parte de otro, y así sucesivamente, de modo que el pensamiento primigenio pensó un pensamiento al que dio autonomía para seguir reproduciéndose. La progresión geométrica fue rápida; pasado un tiempo corto el espacio pensado se llenó de pensamientos fértiles como conejas, empero al mismo tiempo el pensamiento inicial albergaba la totalidad de pensamientos; era evidente que el primer pensamiento tuvo la necesidad de pensar un espacio para que los pensamientos que salían de su pensar tuvieran lugar suficiente para desarrollar sus propias capacidades pensativas. De esta manera hemos podido llegar a la conclusión de que, aunque mi pensamiento sea pasivo, vacío, fofo y desierto, es de una calidad sustancialmente superior a aquellos pensamientos que piensan que yo no pienso.

Tranquilos, el tiempo ya ha pasado. Ya me siento un poco mejor. Ha sido duro, pero, tranquilos, esto me pasa de vez en cuando. Ahora una píldora y a la cama, y ​​mañana nuevo, como si no hubiera pasado nada. Hala!

También te podría gustar...