Historia de Vita

Vita es una de las hermanas más pequeñas de mi suegra. Actualmente rondará por los 78 años y era una de las hijas más bellas de las seis hermanas que, junto con otros dos hermanos, componían los ocho hijos de la familia de los abuelos maternos de mi esposa. Hoy por la mañana mi suegra me contó la historia de su hermana menor.

En la foto de la familia de los abuelos de mi esposa Vita es la penúltima de siete hermanos, aunque falta una hermana por nacer. Se ve como una niña de apenas tres años y medio, rubia, de ojos claros, frente amplia, cuerpecito esbelto, con un gran moño en la cabeza. Foto en mano, mi suegra me contó que Vita se casó apenas poco después de cumplir los catorce años, con un joven llamado Salvador, medio loco, que hacía transas como medio de vida. Que al poco tiempo se la llevó de El Grullo, en el estado de Jalisco, a los Estados Unidos, en donde procrearon tres hijos.

La vida familiar transcurría entre viajes a México y de vuelta al país del norte. En las estancias en México los familiares de Vita pudieron constatar que Salvador era una persona extraña, desquiciada, pero ante lo cual el padre de ella nada podía hacer, o no mucho, pues Vita siempre quería regresar al lado de su marido.

Después de un tiempo en Estados Unidos, Salvador visitó la cárcel por haber violado a una muchacha. Sin embargo, las autoridades le permitieron salir a visitar a su familia y, en una de esas salidas, Salvador secuestró a los dos hijos mayores, una niña y un niño, y se los llevó de vuelta a El Grullo. Vita, desesperada, y con el hijo más pequeño aún de brazos, recurrió a las autoridades mexicanas para que la ayudaran a recuperar a sus hijos. No pudieron lograr este propósito porque Salvador se remontaba con los hijos a los cerros, avisado en varias ocasiones por vecinos que desconocían su verdadera historia, de manera que Vita tuvo que regresar sola a Estados Unidos, al sur de California, en donde ya tenía una vida hecha, trabajando en labores de limpieza de casas y otras ocupaciones. Para ese tiempo ya se había separado de Salvador.

Con el paso de los años Vita se enteró de la vida de sus dos hijos mayores, quienes se habían establecido en Texas, logrando construir sus respectivas familias, teniendo empleo y parejas estables. Ambos habían abandonado al padre en cuanto pudieron. Después establecieron contacto con su madre y la pusieron al tanto de la inestable e insana vida con su padre, hasta que se separaron definitivamente de él. Así pudo Vita enterarse de las múltiples perversidades que Salvador había hecho con sus hijos, como violar en varias ocasiones a su hija.

Buscado por la justicia norteamericana, a Salvador no le quedó otro remedio que buscar refugio en El Grullo. Ahí compró un pequeño terreno, en donde construyó un jacal, en el cual murió, viviendo de la caridad de la gente que a veces le arrimaba algún alimento. Y es que Salvador nunca quiso trabajar. A Vita le conseguía empleos para que lo mantuviera, mientras estuvieron juntos como familia en Estados Unidos.

Salvador murió de viejo en su jacal, solo, como debió haberlo hecho siempre, sin envenenar la vida de otras personas.

Quién sabe si, como consecuencia de esos antecedentes, el hijo menor tuvo un fin también trágico. Y ello fue porque la esposa con quien se casó lo envenenó para cobrar su seguro de vida, allá en el vecino país del norte.

Vita es ahora una viuda, pues volvió a casarse con Manuel, un buen hombre de origen mexicano, con quien ya no procréo más hijos. Pero su vida no es solitaria pues suele gozar de la compañía de sus familiares, hijos, nietos y hasta bisnietos.