V i e j a C a n g r e j a

Kobda Rocha

Mi vecina tiene como cien años, pero ha tenido cien desde que yo era niño, y mi papá dice que cuando él era niño ya la veía como de cien. Nunca sale, sólo se queda sentada en su mecedora mirando al vacío. Uno la puede ver a través de la ventana a cualquier hora del día y siempre estará sentada en su mecedora mirando al vacío. ¿Qué pensará? Porque debe estar pensando en algo seguramente. Ha de ser una anciana sabia; tal vez ni siquiera habla español, ha de hablar latín o griego o hebreo o arameo o, ya metidos en la ficción, hasta unprotoindoeuropeo genérico; ella ha de ser como Mahoma, Jesucristo, Zaratustra o alguno de esos seres humanos elevados que alcanzan la perfección espiritual y que, como son perfectos, pues ya no se mueren nunca. No come, no duerme, no se mueve, ni siquiera parpadea, sólo se queda sentada en su mecedora mirando al vacío. Yo creo que debe estar pensando tan profundamente en asuntos tan metafísicamente filosófico-existenciales que su cuerpo está postrado ahí sin reaccionar (tal vez hasta sin respirar) porque toda ella está metida en el cosmos de las ideas; quizá lleva metida allí cien años y aún sigue nadando en ese ponto conceptual donde ni los mejores Einsteins socraticontólogos sobreviven. Cuando yo era niño, mis amigos decían que era una vieja loca, que a lo mejor hasta bruja resultaba, pero yo digo que es una erudita, porque ellos son los locos, no saben ni lo que dicen, pues ahora dicen que el loco soy yo sólo porque la veo a través de la ventana, porque la he visto desde que era niño y los niños dicen que tengo cien años y sus papás les dicen que cuando eran niños yo ya tenía cien. Es que nadie entiende nada. Se sorprenden porque a cualquier hora del día me pueden ver aquí parado mirando a través de la ventana a la vieja sentada en su mecedora mirando al vacío; dicen que estoy loco, o que hasta soy un anciano sabio, que soy un erudito que está pensando en cosas maravillosas, que soy un brujo, que soy perfecto. Se equivocan, ¡es ella!, yo sólo estoy aquí esperando ver qué pasa, qué logra, a qué conclusiones llega. Si he de sobrevivir otros cien años sin comer, dormir, moverme ni parpadear siquiera, no importa, con tal de presenciar el momento ansiado en que la vieja reaccione, yo seguiré aquí eternamente mirando a través de la ventana, pensando en la inmortalidad de la vieja.

También te podría gustar...