H a l c o n t r a r i o

Kobda Rocha

Una vez… bueno, no una sola vez, sino varias veces un águila… bueno, no águila, mejor halcón volaba… aunque no volaba en sí, sólo aleteaba por los aires… bueno, decirlo en plural sería una errata, sólo es el aire. Mientras… bueno no mientras, en tanto surcaba los siete cielos… y eso no lo vamos a contradecir porque es mera jerga poética… bueno, no necesariamente poética, podría ser literaria o ficcional, pero el punto es que no hay nada qué corregir allí… ¿o se dice ahí? No sé si habrá una epigramática para especificar lo anterior… ni tan anterior, porque el uso ya se modificó… bueno, no modificarse, sino desarrollarse es lo que le pasa al lenguaje… aunque no sólo al lenguaje, a todo lo humano en realidad… y también en lo imaginario, lo onírico, lo subliminal. Pero no nos desviemos… bueno, no es desviarse precisamente, es más como abarcar el panorama eclécticamente. En tanto surcaba los siete cielos, un cazador lo mató… bueno, yo diría que lo asesinó cruelmente… o mejor, estúpidamente.

            Bueno, no. Ésta no es la historia de un halcón asesinado. Es la historia de un humano que caminaba por las montañas buscando algo a qué dispararle y un halcón se le vino encima y le dio muerte con sus garras, su pico y su rencor acumulado de un cuento anterior donde ese cazador lo había cazado a él.

            Lo bueno de la literatura es que podemos falsear cualquier cosa. ¡Bendita sea!… aunque mejor diremos, por el contrario: ¡maldita sea la literatura!

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