E l p r i n c i p i o d e l f í n

Kobda Rocha

© Vicky Knowles

La inteligencia no es un lujo, pero tampoco es una democracia. Hay que decirlo de una buena vez: hay gente que no piensa. Sí, llevan a cabo procesos mentales y utilizan el cerebro (humano, por supuesto), pero pensar es algo que pocos logran en la vida. Hablo del pensar en sí, del pensar de veras. Porque una cosa es la capacidad intelectual para procesar información —ésa sí la tenemos, en mayor o menor medida, todos los seres humanos— y otra muy distinta es el pensamiento. Ciertamente, la racionalidad [porque no la razón] todavía es algo debatible, pues nuestra condición especiática lo demanda casi de manera natural, inclusive innata, por… digamos, por culpa de la evolución. Sin embargo, pensar no es una característica congénita (como tampoco traer la pelota es una virtud canina de nacimiento). ¿Que si es arriesgado decirlo? ¡Claro que lo es! Seguramente con esta publicación perderé muchos lectores —sobre todo los que no se detengan a pensar en lo que están leyendo— y probablemente los editores de esta revista me retiren cuantos beneficios me habían conferido hasta ahora. Así pues, ya que ésta puede ser la última publicación de la columna “Animalditos”, saquémosle provecho. Simplemente, diré lo que tantas personas pensantes han dicho por siglos: hay gente que no piensa.

Y ahora diré lo que dice el resto: “los delfines son animales taan inteligentes…”.

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