García Márquez y La langosta azul

Arturo Garmendia //

La primera vocación de Gabriel García Márquez era convertirse en director de cine. Numerosas páginas de su autobiografía dan cuenta de esa pasión por las imágenes en movimiento, y no es de extrañar que sus primeras armas artísticas las ejerciera en ese medio. En 1954, en Barranquilla, Colombia, se unió a sus amigos del grupo La Cueva (llamado así por el bar de ese nombre, en que solían reunirse) para escribir y realizar un cortometraje que revelaba el entusiasmo y la personalidad del grupo: La langosta azul.

Conformaban el grupo Álvaro Cepeda Samudio, escritor y periodista quien dirigió la película; Enrique Grau, artista plástico; Nereo López, fotógrafo; Alejandro Obregón, pintor expresionista; Luis Vicens, intelectual catalán que fundaría la Filmoteca Colombiana y después arraigaría en México, donde fue parte del grupo Nuevo Cine, y García Márquez, por entonces crítico de cine del diario El Heraldo de Barranquilla.

El escritor se había iniciado como tal en octubre de 1950 cuando con el seudónimo de Septimus (tomado de un personaje de Virginia Woolf) publicó su primer artículo sobre Ladrones de bicicletas (1948) de Victorio de Sica, donde su juicio es contundente y acertado: “Ladrón de bicicletas es una película invulnerable, de las muy contadas que no admiten objeciones desde ningún punto de vista”.

De acuerdo con el escritor Ricardo Bedoya: “El período de más intensa vinculación de Gabriel García Márquez con el cine se da entre los años 1952 y 1955 cuando llega a estudiar al Centro Sperimentale di Cinematografia en Roma, junto con directores como Fernando Birri, Julio García Espinoza y Tomás Gutiérrez Alea, el futuro realizador de Memorias del subdesarrollo. Todos querían replicar Roma, ciudad abierta, Ladrones de bicicletas o Umberto D,  aún frescas en las memorias: es decir, un cine hecho en las calles, con recursos mínimos y capacidad para el testimonio social y la indignación. Es decir, un cine posible y un arte pobre, a la medida de los recursos de América Latina”.

En efecto, después de la elaboración del cortometraje, García Márquez emigra a Italia a estudiar cine. En el Centro Sperimentale tendrá oportunidad de estudiar guion con uno de los padres del neorrealismo, su admirado Cesare Zavattini, pero le interesa sobre todo el trabajo de edición, para aprender a narrar con imágenes y a afinar el relato cinematográfico. Hay que recordar que una de las labores que realizara en La langosta azul fue precisamente el de la edición del filme.

Finalmente, García Márquez no encontró en Cinecittá lo que buscaba, pero tal vez su experiencia más frustrante dentro del mundo del cine fue que, a sus 27 años, como tercer asistente de dirección en una película titulada Lástima que sea un canalla en la que actuaba Sofía Loren (una de sus actrices más admiradas) nunca llegó a conocerla porque su trabajo consistió, durante todo un mes, en sostener una cuerda para que no pasaran los curiosos.

La langosta azul se rodó de una manera precaria en 16 mm. blanco y negro y sin sonido, por lo cual sólo fue exhibida en contadas ocasiones y no sería rescatada sino hasta 1990, para una exhibición en Nueva York.

El filme, de 29 minutos de duración tiene una curiosa estructura. Abre con la llegada de un extranjero (el gringo) a un pueblo costero, que llama poderosamente la atención de los adormecidos pobladores. Lleva su maleta al hotel y pide una habitación. En ella abre su equipaje y extrae un lote de langostas, que coloca cuidadosamente sobre la mesa. Se produce así la primera de las imágenes choque: ¿qué sentido tiene esa acción? A continuación saca un libro ilustrado con una langosta y leemos una ficha técnica que describe una especie de langosta azul, resultante de experimentos atómicos en el Caribe-

En un descuido, un gato atrapa la langosta azul, y el gringo sale tras él. Lo persigue por todo el pueblo, provocando la curiosidad de la gente. No da con el animal, pero sí con una seductora chica en una hamaca, a la que conduce a su habitación.

La narración sigue ahora a un pescador en una cantina, que no tiene dinero para consumir. Aprovecha la conmoción causada por el gringo para birlase un par de tragos y luego organiza, con algunos chiquillos en la playa, una pesca de langostas, buscando conseguir así alguna recompensa. Uno de ellos se abstiene de participar, para volar en cambio su papalote.

Con la red llena de langostas el pescador llega al hotel, para entregárselas al gringo. Éste las examina y las rechaza, pues no encuentra su ejemplar azul. Sale de su habitación, pero el pescador se queda en ella, y se contenta con la lánguida mujer que espera en la cama.

Mientras tanto el gringo llega a la orilla del mar y se encuentra con que el chico del papalote ha encontrado su langosta y la ha atado a la cola de su juguete, para hacerlo volar. Forcejea con él para recuperarla, pero ambos pierden el control y cometa y langosta van a caer al fondo del mar.

La influencia neorrealista es evidente: tenemos escenarios naturales, actores no profesionales, tipos populares… La diferencia es que estamos lejos de los dramas de la posguerra europea y en cambio permea la cinta un humor socarrón. Bien por ella.

Puestos a averiguar cuál fue la participación de Gabriel García Márquez en el filme, encontramos el siguiente testimonio en la autobiografía del premio Nobel: “Un viaje ocasional de Álvaro Cepeda a Bogotá me distrajo por unos días de la galera de las noticias diarias. Llegó con la idea de hacer una película de la cual solo tenía el título: La langosta azul. Vicens me mandó un borrador del guion para que propusiera algo de mi parte, pero hoy no recuerdo que fue lo que puse, pero la historia me pareció divertida y con la dosis suficiente de locura para que me pareciera nuestra”.

De cualquier modo, La langosta azul parece responder al dictum de García Márquez:En América Latina y el Caribe, los artistas han tenido que inventar muy poco, y tal vez su problema ha sido el contrario: hacer creíble su realidad”. Aquí, el exótico crustáceo azul sólo sirve para revelar lo extraordinario de una realidad pueblerina adormecida en su rutina.

Resta sólo mencionar que en honor de este filme, el Festival Internacional de Cine de Barranquilla, Colombia, instituido en 2013, ha denominado a sus premios como Langosta azul.

https://youtu.be/Q0_v0oIzWE0?list=PLVEmWSfhoBhdytw_YGAK4CV-6EpP3XzKL

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